Capturaron en Santiago del Estero al “Carnicero de Giles” que se había escapado en agosto tras una salida educativa
POLICIALES09 de septiembre de 2024El EnfoqueLuis Fernando Iribarren fue condenado a perpetua por el crimen de sus padres, sus dos hermanos y una tía. Lo bautizaron el Carnicero y el Chacal de Giles allá por 1995 y desde entonces estaba preso: 29 años. Hace 10 días salió del penal de Olmos para ir a estudiar y no regresó. Este domingo la División búsqueda de prófugos de Policía Federal lo capturó en la provincia de Santiago del Estero.
Iribarren había alquilado una pieza en la localidad de Villa Atamisqui, ubicada a 114 kilómetros al sur de la ciudad de Santiago del Estero. Había arribado a ese lugar entre el lunes y el martes pasado. Se había fugado el 29 de agosto.
“Varios análisis telefónicos llevaron a la provincia de Santa Fe, donde compró una camioneta con la que viajaba con un perrito que encontró en un refugio”, añadieron las fuentes consultadas por Infobae.
Y agregaron que, como parte del seguimiento para dar con los pasos del prófugo, se hicieron también seguimientos de cámaras desde La Plata: en cada imagen relevada se lo ve con el perro. Así, llegaron hasta Villa Atamisqui, donde fue capturado.
Ya detenido, Iribarren fue trasladado a la DUOF de Santiago del Estero, donde pasará la noche. Se espera que durante este lunes sea trasladado a Mercedes.
Iribarren había conseguido que la Justicia de Ejecución de Mercedes le concediera la autorización para tener salidas educativas. Así, podía ir a la Facultad de Derecho de la Universidad de La Plata, donde estudia abogacía, al menos, desde 2022.
El 29 de agosto pasado salió para ir a cursar y ya no regresó a la unidad 26 de Lisandro Olmos, una cárcel de régimen semiabierto. Debía ingresar al penal a las 21.30, pero nunca lo hizo. Técnicamente, lo denunciaron como un “quebrantamiento al beneficio de la salida transitoria para cursar”.
Lo cierto es que diez días después recapturaron al hombre que está preso desde septiembre de 1995, cuando descubrieron que había matado a su familia: los cuerpos los hallaron en una fosa común del campo que administraba su familia en el paraje rural de Tuyutí.
Las víctimas fueron Luis Juan Iribarren, su padre de 49 años; Marta Langebbei, su madre de 42; Marcelo, su hermano de 15; y María Cecilia, su hermana de 9. Al juez le confesó que lo había hecho porque “les tenía bronca”. Iribarren fue condenado a prisión perpetua.
Pero el de su familia no fueron los únicos crímenes que cometió en San Andrés de Giles. A Alcira Iribarren, su tía sexagenaria y enferma de cáncer, él se había encargado de asistirla, pero todo era una farsa.
El 31 de agosto de 1995 fue citado por la Policía para dar explicaciones sobre el paradero de su tía. Lo que escucharon los agentes no lo esperaban: “Quería ayudarla a terminar con su sufrimiento y procedí a asfixiarla, pero como no pude busqué otra forma. Recorrí la casa y encontré el hacha. Le pegué dos golpes en la cabeza”.
Y agregó: “No tuve el coraje de dispararle a mi tía con el arma porque me acordé de lo que les había hecho a mis padres y a mis hermanos, y no soportaría hacerlo de nuevo”. Los cuerpos del resto de sus familiares los hallarían tres meses después, en un campo de setenta hectáreas de Tuyutí, a 25 kilómetros de San Andrés de Giles. Los brazos inertes de su hermanita aún abrazaban a un osito de peluche.
Según se determinó, cometió los asesinatos mientras sus padres y su hermanita dormían. Los baleó con una carabina calibre .22. Después, según las crónicas del caso, salió, fumó un cigarrillo y mató a su hermano. Nunca se supo por qué, pero siempre se sospechó que se sentía desplazado por los menores. Los crímenes fueron en 1986.
La condena
Iribarren fue condenado en un juicio oral a reclusión perpetua por matar a sus padres y a sus hermanos en 1986 y a su tía, en 1995. Tenía 37 años. Lo encontraron culpable de los delitos de “homicidio doblemente calificado por la alevosía y por el vínculo”.
La Sala III de la Cámara de Apelaciones de Mercedes, integrada por los jueces Mario Alberto Bruno, Francisco Lilo y Héctor Barreneche, convalidó el fallo en primera instancia.